Una isla en el caribe sirve a Shekespeare como punto de partida para representar el choque entre varios mundos. El mundo de Calibán: el caníbal, el caribe. El de Prospero: la civilización, el progreso. El de Ariel: la magia, el artificio, la superchería. Y el de Miranda, que solo mira, porque en la obra no hace nada. Una ficción simbólica, con una historia compleja, pero con una trama bastante simple. Me pareció más una puesta en escena que una obra para leer sentado. Pero, en fin. Dicen que fue la última invención del Bardo. Y en este sentido, el epílogo adquiere y resiste varias relecturas interesantes, como por ejemplo, la posible carta de despedida de un autor en la cima de su carrera que renuncia a la grandeza y se aleja de su público.
lunes, 8 de agosto de 2016
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Literatura Adulta
La tempestad de William Shakespeare
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