Hace rato no me divertía tanto. Mi relación con el teatro absurdo era prácticamente inexistente, pero esta obra me hizo estallar el cerebro. Es divertida, surrealista, ridícula, genial. Explora la inutilidad de la comunicación y la grotesca vida en sociedad hasta un punto tan catártico que los personajes terminan solamente gritando letras de forma aleatoria. Una maravilla inexplicable. Tienen que leerla.
domingo, 17 de enero de 2016
La cantante calva de Eugène Ionesco
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